Mi Santiago se reinventa y se construye a través del arte urbano, calles llenas de grafitis, artes gráficas, colores y sabores, al son de jazz con notas folclóricas.
Cada esquina, cada calle, cada avenida al son de una nota nueva mezclada con otra. Músicos callejeros que emanan talento desde sus poros llenan el aire con sus melodías multifacéticas, al ritmo de una guitarra, un charango, una zampoña o un violín. Bandas de Rock con amplificador y batería instalados en plaza Italia. El solitario sonido de cuerdas en la micro te acompaña en tu camino, la voz amiga que canta éxitos de ayer, hoy y siempre.
Cada esquina, cada calle, cada avenida al son de una nota nueva mezclada con otra. Músicos callejeros que emanan talento desde sus poros llenan el aire con sus melodías multifacéticas, al ritmo de una guitarra, un charango, una zampoña o un violín. Bandas de Rock con amplificador y batería instalados en plaza Italia. El solitario sonido de cuerdas en la micro te acompaña en tu camino, la voz amiga que canta éxitos de ayer, hoy y siempre.
Mi santiago se levanta entre verde arquitectura, amarillas canchas y el gris de las calles. Se aleja de las ruinas de un McDonalds y cultura chatarra para levantar arquitectura Led, forrajes verdes y autosustentables.
Mi santiago verde nace de una cortina de humo que el viento no se quiso llevar, que la lluvia enfrió y que los pulmones de mis santiaguinos alojaron en cada emergencia y pre emergencia.
Huyendo del hollín y el asfalto, los deportistas corren y montan sus bicicletas para recorrer la fachada del Museo de Bellas Artes, hacia el mítico Parque Forestal en busca de un sano pasar.
El San Cristóbal los cobija en sus paseos matutinos, nocturnos y domingueros, con sus verdes brazos y profundas raíces, y en lo más hondo de sus entrañas los gritos ahogados de una cárcel de animales condenados a ser expuestos sin un juicio justo, nacidos inocentes para ser exhibidos a una morbosa sociedad.
Mi santiago es arte, es cultura. No es Chile, pero es mi ciudad, preciosa y pintoresca, con recovecos del tiempo de Martín Rivas y espacios urbanos de patinetas y cabellos multicolores.
Nada que envidiar a las calles neoyorkinas ni a las parisinas. Ella tiene lo suyo, con una estación que hoy no alberga trenes pero fue diseñada por el mismo Eiffel, con un río que corre a su lado y que nace por el sector más alto, con aguas que llevan historia, almas y vida.
La Catedral se levanta con vitrales mágicos y collages de revistas que un día fueron algo, y hoy son los restos de una ciudad. Entre artistas, actores y pintores renace la Plaza de Armas casi como un centro cultural al aire libre. Recorramos las calles y callejuelas hasta la Alameda, que es testigo del eco de un pueblo ofendido por autoridades opulentas y narcisistas que prefieren golpear, oprimir, y sentenciar antes que escuchar.
Llegamos hasta La Moneda, blanca solo en fachada, pues las sucias manchas de la corrupción que sin importar el color político me hacen recordar a Violeta Parra: “Muchos van con Ropas Blancas y Dios me libre por dentro”.
Me pierdo por el paseo Bulnes hacia el Barrio Universitario, con alegría multicolor de estudiante, y con gente de alma tipográfica con grabados de colores en la piel, usando nombres que se inventaron al crearse una identidad.
Mi santiago renace de las cenizas de un Golpe, una Dictadura, una lucha, una “Democracia” atenuada por la vulnerabilidad de no poder elegir sobre tu cuerpo, no poder contraer matrimonio con alguien de tu mismo sexo, Santiago, mi Santiago.
Aun así, Santiago es arte, búsqueda de Justicia y Libertad. Sediento de Igualdad, luchador de los derechos, dividido por una plaza y un río, testigo de sangre e injusticias.
Mi Santiago se construye entre tu historia y la mía.
Mi santiago verde nace de una cortina de humo que el viento no se quiso llevar, que la lluvia enfrió y que los pulmones de mis santiaguinos alojaron en cada emergencia y pre emergencia.
Huyendo del hollín y el asfalto, los deportistas corren y montan sus bicicletas para recorrer la fachada del Museo de Bellas Artes, hacia el mítico Parque Forestal en busca de un sano pasar.
El San Cristóbal los cobija en sus paseos matutinos, nocturnos y domingueros, con sus verdes brazos y profundas raíces, y en lo más hondo de sus entrañas los gritos ahogados de una cárcel de animales condenados a ser expuestos sin un juicio justo, nacidos inocentes para ser exhibidos a una morbosa sociedad.
Mi santiago es arte, es cultura. No es Chile, pero es mi ciudad, preciosa y pintoresca, con recovecos del tiempo de Martín Rivas y espacios urbanos de patinetas y cabellos multicolores.
Nada que envidiar a las calles neoyorkinas ni a las parisinas. Ella tiene lo suyo, con una estación que hoy no alberga trenes pero fue diseñada por el mismo Eiffel, con un río que corre a su lado y que nace por el sector más alto, con aguas que llevan historia, almas y vida.
La Catedral se levanta con vitrales mágicos y collages de revistas que un día fueron algo, y hoy son los restos de una ciudad. Entre artistas, actores y pintores renace la Plaza de Armas casi como un centro cultural al aire libre. Recorramos las calles y callejuelas hasta la Alameda, que es testigo del eco de un pueblo ofendido por autoridades opulentas y narcisistas que prefieren golpear, oprimir, y sentenciar antes que escuchar.
Llegamos hasta La Moneda, blanca solo en fachada, pues las sucias manchas de la corrupción que sin importar el color político me hacen recordar a Violeta Parra: “Muchos van con Ropas Blancas y Dios me libre por dentro”.
Me pierdo por el paseo Bulnes hacia el Barrio Universitario, con alegría multicolor de estudiante, y con gente de alma tipográfica con grabados de colores en la piel, usando nombres que se inventaron al crearse una identidad.
Mi santiago renace de las cenizas de un Golpe, una Dictadura, una lucha, una “Democracia” atenuada por la vulnerabilidad de no poder elegir sobre tu cuerpo, no poder contraer matrimonio con alguien de tu mismo sexo, Santiago, mi Santiago.
Aun así, Santiago es arte, búsqueda de Justicia y Libertad. Sediento de Igualdad, luchador de los derechos, dividido por una plaza y un río, testigo de sangre e injusticias.
Mi Santiago se construye entre tu historia y la mía.

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